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  • Foto del escritorPsic. Karen Martínez Contreras

Proporcionar disciplina con amor para nuestros hijos e hijas.

Actualizado: 1 sept 2023


En esta época moderna, algunos padres y madres hemos entrado en una confusión y se cree que amar a los hijos es darles todo lo que necesitan y quieren, sin límite alguno para que no vayan a sufrir alguna decepción o frustración. La verdad es que cuando no se les ponen límites a los hijos, lo que se crea son niños débiles de carácter y dependientes, o bien, pequeños tiranos. Es necesario que haya guías para aprender a educar a nuestros pequeños desde tempranas edades en virtud de fomentar la sana convivencia y que crezcan en ambientes en los cuales sean capaces de interactuar, adaptarse sanamente y ser felices.


La educación que les proporcionamos los adultos a los niños y niñas conlleva reglas, normas, disciplina, constancia. Esto será benéfico para el menor para aprender que como niño y niña tengo el derecho de sentir, pensar, desear y tener, pero que también hay cosas que se me permite hacer y otras que no se me permite, por mi propio bien y por el de los demás.


La disciplina es una forma de enseñanza básica y de mostrar amor a nuestros hijos y es necesaria en la vida para poder alcanzar metas. Los niños que son criados de esta forma aprenden a ser tolerantes a la frustración, desarrollan fortaleza de carácter y la capacidad de ser independientes y seguros de sí mismos.


Muchas veces se trata de proteger a los hijos no poniendo límites, esto es incorrecto. Los niños deben aprender que cuando hacen algo incorrecto, habrá consecuencias negativas y de esta forma aprenden a diferenciar entre lo que está bien y lo que está mal.


Es importante estar consciente de que el disciplinar a un hijo no es gritarle o abusar de él físicamente o psicológicamente. La disciplina va de la mano con el amor y el respeto. Dicho amor nunca debe ser condicionado por una conducta indeseada. Esto puede crear en el pequeño una profunda inseguridad y un fuerte sentimiento de inadecuación.


Cuando se disciplina a un hijo se le están brindando las herramientas para la vida; a través de la misma se enseñan la perseverancia, la constancia, la voluntad y el respeto. Un pequeño que es criado con amor y disciplina aprende a alcanzar sus metas, es un niño respetuoso y luchador, con una autoestima saludable y seguro de sí mismo.


Las bases de una disciplina con amor.


La clave es usar métodos no punitivos, es decir, sin castigos, para ayudar a transmitir un mensaje con respeto, amor, asertividad y firmeza. No es ser laxo, ni dejar pasar comportamientos intolerables por su agresividad o negatividad, sino usar otras formas de comunicación que no sean los juicios o la imposición.


Sobre todo sin prejuzgar ni etiquetarlos como malos, sino trabajando en la profundización de las causas reales de los comportamientos inadecuados.


La disciplina con amor, los hará más conscientes de su valor.


Los niños son miembros de la comunidad desde que nacen. Son personas. Deben aprender mediante el ensayo y error a colaborar con su familia y los grupos sociales en los que se integran, sabiendo que son valiosos desde la infancia, sintiéndose valorados y escuchados. Debemos acompañar su crecimiento con firme y amorosa presencia, pero no desde la imposición ni el castigo.


El niño que se valora a sí mismo y confía en su capacidad puede verse como una persona capaz de mejorar y ofrecer lo mejor de sí mismo a los demás.





El uso del “¡NO!”

En una primera etapa, de acuerdo al desarrollo cognitivo que han alcanzado los niños pequeños (2 a 4 años), es importante notar que necesitan instrucciones directas, cortas, una a la vez y concretas; un niño o niña de tres años no puede comprender largas explicaciones de parte de los papás, por ejemplo: de porqué no debe meterse el cuchillo en la boca, ni tampoco sabe porqué en ocasiones le dejan hacer algo y en otras no. Por ello los adultos que los educamos debemos ser claros, a veces con un ¡NO! con firmeza basta; pero también debemos ser congruentes en lo que esperamos del niño y no cambiar las “reglas” según nos sea más cómodo o nuestro humor cambia.

Si hay veces que dejo que mi hijo se coma el postre antes de la comida y otros días le digo que no puede comer postre si no come, lo único que lograré es confundirlo.

Es importante recalcar que a veces los padres pensamos que el “¡NO!” con firmeza es “malo”, o que no se usa dentro de la relación que queremos formar con nuestros pequeños, que es algo que nos decían nuestros padres y que queremos evitar a toda costa con nuestros hijos. Es entonces que cuando tenemos presente un berrinche que se está tornando incontrolable, los padres en lugar de utilizar el “¡NO!”, usamos el “¿No?”. La duda la tenemos nosotros y por lo tanto damos pie a que haya mayor posibilidad que el arranque que tiene nuestro pequeño crezca hasta que cumpla su objetivo, que concedamos algo que en ese momento no se requería, prometerle cosas para calmarlo, etc.

El “¡NO!” es una herramienta sencilla y eficaz para evitar accidentes y problemas, para darle límites sanos a nuestros niños, para comenzar el aprendizaje del respeto, para convivir mejor, para apreciar las cosas, para tener tolerancia a la frustración, para saber esperar, para salvar la vida, incluso. Debemos reaprender como padres a utilizar el NO, para guiar a nuestros hijos desde pequeños conduciéndolos a un mejor futuro. Por supuesto, cuando haya muchos “Si” en el camino, los disfrutaremos juntos y los apreciaremos desde una perspectiva sana y armónica.

Los niños pequeños necesitan rutinas, pasos a seguir que el adulto le va indicando para que las actividades del día tengan congruencia, haya una continuidad y se formen buenos hábitos. Ésto les brinda seguridad, ellos van reconociendo que sigue, van estructurando su día, y también a su vez van estructurando su personalidad.

Las reglas y límites que los adultos les proveemos a los niños son el apoyo para que no se desborden, pues aunque están en una etapa en que el principio de placer es lo más importante para ellos y conseguir lo que quieren es lo que les interesa, con los límites los estamos cuidando de los peligros que ellos no miden, les brindamos seguridad y les hacemos saber que son importantes para nosotros, les estamos enseñando a interactuar en sociedad, que se adapten y puedan convivir sanamente, puedan lidiar con las frustraciones que tienen o que llegarán a tener y que también serán una enseñanza benéfica para que sean felices con lo que tienen, pero también un aliciente para que quieran esforzarse y lograr sus objetivos de una manera sana y constructiva.







La disciplina, el amor, los límites y educación que les demos a nuestros hijos; respetando sus individualidades, respetando su integridad física y emocional, les dará firmes herramientas para su vida. Porque es importante destacar, cuando se interactúa con un pequeño, lo educas; cuando lo educas, lo haces para toda su vida.


Psic. Karen Martínez Contreras

Departamento de Psicopedagogía del CSM Campus Cuernavaca.


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