Estimados lectores
¡Que gusto verlos de nuevo! ¡Espero que hayan tenido unas maravillosas vacaciones! Esta fue la semana del regreso a clases y como cada ciclo tenemos los mejores deseos y actitud para que sea un ciclo de crecimiento y aprendizajes.
Sin embargo, a veces no todo es miel sobre hojuelas. La pregunta es: ¿pero, si mi hijo o hija no comienza con la mejor actitud en este año escolar?
Hoy les recomiendo esta lectura de parte de la colaboración con la Psicóloga Cristina Fortuny, una reflexión oportuna para comprender lo que llegan a sentir nuestras hijas e hijos y tener más empatía.
¡Que lo disfruten!
Psicóloga Karen Martínez Contreras
Encargada del Departamento de psicología CSM Campus Cuernavaca
Esta es una semana especial para todos y por eso quiero contar una experiencia:
Ramón pasó las vacaciones visitando a sus primos. Unos viven en Veracruz lo cual permitió que fuesen a la playa. Otros en la CDMX con quienes fue a Six Flags, al cine y una semana se fueron a Acapulco. En agosto, sus abuelos paternos invitaron a sus nietos a un rancho que tienen cerca de Querétaro y cuando sus primos se fueron, Ramón le pidió a su abuelo si podía quedarse unos días a trabajar para ganar algún dinero extra para unos zapatos que quería comprarse.
«Hasta aquí todo iba bien», me comentó Silvia la mamá de Ramón, «pero al regresar a la casa, la semana antes de empezar el colegio, fue conectarse al Xbox y no había forma de despegarlo de ahí. Incluso una noche, me desperté y lo escuché jugando a las dos de la madrugada. Pensé que estaba aprovechando al máximo el tiempo para jugar antes de empezar el colegio, pero inició clases el lunes y esta semana no hace más que llegar de la escuela y jugar o estar pegado a su celular. Él no era así, siempre había sabido llevar un balance y me preocupa que justo ahora que comienza la Secundaria se vuelva adicto a esos aparatos. Además, en estos días no hemos hecho más que discutir. Él no era así. No sé qué pasó. ¿Cómo puedo controlar cuánto juega o cuántas horas está en su celular? No quiero que este año se vaya por la borda.»
Le dije: «Silvia, yo lloraba antes de regresar al colegio. Y de grande, lloraba cuando tenía que regresar a la oficina».
Hubo un silencio del otro lado del auricular. Imaginé a Silvia pensando que yo estaba desvariando, pero se rio y me dijo: «Qué curioso, yo también.»
«Te lo digo», continué, «porque a la edad de tu hijo, yo recuerdo que regresar a la escuela luego de dos meses me daba ansiedad el pensar si mis amigos continuarían siendo mis amigos, cómo iba a ser reencontrarme con esa chava que siempre me estaba fregando, si tocaría en el salón con gente con quien me llevaba o no, si sería cierto que el Profesor X era tan mala onda como todos decían, si este nuevo grado sería muy difícil y si además me la había pasado genial en el verano, me daba tristeza que se acabase, porque dramática como era, creía que nunca iba a tener un verano igual de padre que ese que se terminaba. En esa época yo me refugiaba en la tele, en mi WalkMa y jugando Dark Castle. Quizás estaría interesante averiguar si las conductas que está presentando Ramón tienen alguna relación con cómo se está sintiendo ante este nuevo comienzo.»
Esta semana se inició un nuevo ciclo escolar en México y a veces se nos olvida cómo se viven esos regresos a las edades de nuestros hijos. O es tal nuestra emoción de que la vida familiar regrese a sus rutinas y días estructurados, que se nos dificulta entender que no compartan nuestra alegría (o euforia en algunos casos jajaja). Es posible que un mecanismo para manejar esas emociones sea recluirse en sus espacios digitales.
Por eso, te tengo varias invitaciones para este fin de semana:
· Recuerda cómo era para ti regresar a la escuela o cómo te sientes cuando vuelves de un período de descanso a tus responsabilidades.
· Busquen un momento para conversar conveniente para ambos.
· Indaga desde la curiosidad y no desde la crítica, cómo ha vivido estos primeros días, si tiene algo qué le preocupe, tratando de escuchar lo más posible.
· Transmítele la confianza de que va a ser capaz de manejar cualquier reto que se le presente y pregúntale si hay algo en que puedas apoyarle para que se sienta mejor.
Las conductas de uso de los dispositivos que presentan nuestros hijos son señales que nos invitan a acercarnos a ellos y conocer más de su mundo.
Si únicamente nos enfocamos en el indicador tiempo sin evaluar otras variables o poner en contexto la información, podríamos llegar a conclusiones erradas o, más triste aun, dejar de apoyarles en lo que realmente necesitan.
¡Feliz regreso a clases para todos!
Cristina Fortuny
P.D.: Si estás buscando apoyo para entender cómo manejar el uso de tecnología con tus hijos, te invito a adquirir mi libro: Crecer entre pantallas, que ya está disponible en Amazon. ¡Quiero aprender sobre adolescencia y tecnología!
Ayudo a padres de familia compartiendo información y herramientas para decidir, en base a sus criterios, la mejor forma de manejar las nuevas tecnologías en sus familias. hola@cristinafortuny.com
Comments